Bajo un mismo techo / durmieron las cortesanas, / la luna y el trébol. Matsuo Basho.
Tan necesaria como el agua, el jabón, la sal o el pan, la música hace parte fundamental de nuestro ser, recorriéndolo con su savia nutritiva. En ella encontramos compañía, sabiduría, catarsis, dulzura, ira, e inusitadas formas de belleza o fealdad, que son parte de lo que somos. Una porción de este vasto horizonte musical es habitado por la banda islandesa Sigur Rós, quienes han logrado crear un mundo delicado, profundo e hipnótico, que despierta amor u odio casi a partes iguales.
Desde la aparición de su primer disco Von de 1997, pasando por Ágætis byrjun de 1999, ( ) de 2002 y Takk... de 2005, Sigur Rós ha logrado urdir una historia sonora donde la andrógina voz de su cantante líder y guitarrista Jón, entre contratenor y soprano, se suma a los sencillos elementos minimalistas sinfónicos y del rock tejidos por sus compañeros Georg (bajo), Kjartan (teclado) y por Orri (batería), y a ese sinfín de murmullos que en ocasiones funciona como un instrumento más.
Pomposos, hipersensitivos, estrafalarios y naif para algunos, e incómodamente seductores para otros, esta banda ha provisto al rock islandés de una pátina lírica única, sumándose a lo ya hecho por la maravillosa Björk, los dulces Múm, y ese chamán contemporáneo llamado Daníel Ágúst. La aparición de este álbum que traduce 'Con un zumbido en los oídos tocamos sin parar' suscitó un avispero sin igual, pues diversión, esperanza y un aire tribal, lúdico y roquero sacuden cada una de sus canciones. Este nuevo enfoque, con canciones en inglés e islandés y algo de pop, sin abandonar las señales que los hacen reconocibles, ha provocado la ira de sus más fieles, pero finalmente han logrado vencer la resistencia de sus detractores. Lo etéreo y lo terrenal se unen bajo la luz desnuda de Victoria Rosa.
Por: Carlos Alberto Heredia Galindo
SIGUR RÓS
Meõ suõ í eyrum viõ spilum endalaust
XL 2008
Tomado de: Cambio.com
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